Alan Robinson

La moneda de veinte centavos

En el Museo Nacional de Culturas Populares en México, mientras visitaba la exposición “Pamparius: Justicia en tierra sagrada” encontré una pieza que me llamó la atención. Se trataba de una jícara ceremonial con simbolos sagrados, una vasija de autor desconocido procedente de Jalisco, de la comunidad Wixárica. La vasija usada en ceremonia tenía estaba adornada con maices, unas figuras de animales y en su centro una moneda de 20 centavos de curso legal en méxico. Me sorprendió que una moneda fuera un símbolo sagrado y que estuviera ubicada en el centro de la vasija.

Esa moneda de 20 centavos desplazada al lugar de objeto sagrado pasaba a representar algo que estaba fuera del alcance mi capacidad de compresnión, debido a que ese desplazamiento sucede como operación inetelectual, economica y espiritual en otra cultura. Allí sucede un movimiento de la moneda como objeto al ícono como símbolo, lo que es decir que la moneda de 20 centavos que tenía un uso como medio de cambio pasa a decorar una vasija en su calidad de símbolo sagrado. Por esto, no podía comprender lo que estaba presenciando y me sentía perturbado en mis limites culturales.

Recordé los billetes en miniatura que alguna vez había visto en el norte argentino y también me habían llamdo mucho la atención. Esos billetes en miniatura, representaciones de dolares estadounidenses o pesos argentinos, se usan como ofrendas a la madre tierra. En Argentina hay como un fetichismo por la moneda estadounidense. La primera impresión fue que tanto la moneda como los billetes, representan el pedido de abundancia o de prosperidad económica. Pero me cuestioné, cuáles eran esas formas de la economía, mientras contemplaba perplejo la vasija con simbolos sagrados en el museo de las culturas populares en México.

Toda la escena de contemplar la moneda como simbolo sagrado en el centro de una vasija ceremonial de un pueblo mexicano, me recordó al capítulo Economía seminal de Rodolfo Kusch en su libro “El pensamiento indígena y popular en américa”. Necesitaba encontrar algún tipo de referencia o aproximación para poder procesar lo que estaba contemplando. Kusch sostiene que la economía seminal, asociada a lo irracional en tanto forma del pensar que incluye a lo mágico, es aquella economía indígena. Establece diferencias con la economía ciudadana caracterizada más por lo científico, lo racional, lo cuantitativo y el culto al individuo.  Lo novedoso en el pensamiento de Kusch, no es la diferenciación entre ambas economías sino las similitudes que descubre.

El indigena, como el ciudadano, según Kusch recurren al mercado como a un centro que puede poner equilibrio donde hay caos. Para el ciudadano este punto de equilibrio será cuantitativo y para el indigena cualitativo. Este centro en ambos casos, que es el mercado, agrupa la actividad. El caso del mercado ciudadano proveerá acciones, regulará la oferta y la demanda. Mientras que el mercado indingena es un centro que provee de las cualidades que permiten hacer del trabajo algo sagrado, relacionado con el tiempo, el espacio y las ideas que hacen a la divinidad.

Según la visión de Kusch en las finanzas ciudadanas, cualquier inversor no solo está analizando, calculando y especulando, sino que también está jugando un juego sagrado, sea o no consciente de lo que hace cuando compra o vende una acción, por ejemplo. Allí es donde va a encontrar la humanidad del inversor, donde indaga sobre las razones profundas que llevan al inversor al mercado. Se pregunta si acaso no está buscando prestigio al invertir, algo que no tiene relación con la economía pero lo identificamos también en el coleccionismo de arte.

La filosofía del estar que desarrolla Kusch, apunta en general a exponer las similitudes entre el pensamiento ciudadano y el indigena. Particularmente la economía seminal describe que en la ciudad como en las comunidades se busca la salvación económica ya sea por un camino racional o uno espiritual. Por ejemplo todo alrededor de las tarjetas de crédito, las criptomoneadas o el dólar estadounidense, tienen un aura magnética, como si acceder a esas formas de las finanzas fuese un privilegio, como prometía la famosa publicidad al asegurar que pertenecer, tiene sus privilegios. En defintiva, en el fondo, subyace la creencia en la promesa de salvarnos de la escasez buscando la abundancia.

Supongo que por todo esto, me llamó tanto la atención, que la moneda de 20 centavos haya sido desplazada a un lugar de simbolo sagrado en una vasija ceremonial de una comunidad indigena en México.

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