Alan Robinson

Diario de una pandemia – 8.

14/04. Día 30: “Volvió una noche”

Hoy es un buen día. Hice algunas tareas de mi trabajo y arreglé la biblioteca de Sol, quién me ayudó. Mi hermana envió fotos y videos de su abordaje al avión Hércules, regresando a Argentina y eso me emocionó mucho.

….

15/04. Día 31: “El gran confinamiento”

Hoy imprimí el certificado, el permiso de circulación a propósito del delivery de libros. Fui a casa de Joaquín C. a buscar un aparato que transforma en Smart TV al proyector de la sala de ensayo. Ir en bicicleta me hizo muy bien y tuve la sensación de estar viendo una nueva realidad por primera vez. Se refrescó mi mirada.

Ayer el FMI dneominó a esta crisis como “El gran confinamiento”. Una nueva similitud con los confinamientos psiquiátricos que me tocaron padecer. Parece que esta crisis será peor que “La gran depresión” del siglo XX.

Es sorprendente la relación semántica con la lógica cuerdista, sanitarista e higienista. ¿Cuál será el nombre de la próxima gran crisis? ¿El gran electroshock? ¿El gran tratamiento? Siempre se puede estar peor, y el futuro me aterroriza.

….

16/04. Día 32: “Casi normal”

Hoy casi fue un día cualquiera de trabajo. En la mañana escribí una obra para un concurso y en la tarde diseñé los contenidos para un curso.

….

17/04. Día 33: “La calma antes de la tormenta”

Ayer hubo un anuncio sobre una propuesta Argentina de pagar la deuda externa en 3 años. Me preocupa un poco más mi situación económica. Aún tengo ahorros. Pude trabajar y además en la mañana la visité a mi mamá. La vi mejor y más tranquila por la llegada de Leslie al país.

….

18/04. Día 34: “Un loquero social”

Doy una clase de literatura on-line, lo cual me hace bien. Dedicarme a la literatura me hace bien. Cocino asado y escucho tango. Escuchar la música de Buenos Aires es bueno para quienes vivimos acá y pretendemos hacer arte. Hice ejercicio físico. Después de un mes de pandemia, esto ya no se parece tanto a un loquero, sino que esto ya es un loquero.

….

19/04. Día 35: “Lecciones de moral y buenas costumbres”

Los asados del domingo se volvieron una actividad recreativa maravillosa. Es un gran plan pasar el mediodía en la terraza cocinando. Estos días ya no tiene tanto impacto cuestionar la cuarentena, porque parece haber cierto aburrimiento. Hay menos miedo y más fastidio por haber perdido la tan deseada “normalidad”.

Ayer cuando fui a la carnicería escuché un dialogo en la fila. Una clienta sin barbijo, una señora embarazada que trabajaba de empleada doméstica, escuchaba como otra clienta con barbijo le decía que hacia mal en salir sin barbijo y que debía cuidarse. Se lo comentaba de forma aleccionadora como quien educa a un menor de edad. La mujer embarazada se fue y la señora aleccionadora comentó con otra clienta de la fila que no aguantaba más y se quería suicidar.

Jugamos en familia al “Carrera demente” pero nos aburrimos rápido.

….

20/04. Día 36: “Leyendo a Liliana Bodoc”

Hablé mucho tiempo con mi vecina en el pasillo. Me contó parte de su historia en la última dictadura, cuando ella era chica en el 77 y pusieron una bomba en su casa. Su papá perdió las piernas. Ella hace ejercicio caminando por el pasillo. Charlamos de psicosis, locura y dictadura. No entendemos como todavía no se hacen explícitas imágenes que resuenen con la última dictadura argentina. Mi vecina dice que la pandemia se impone y clausura el debate, la discusión. Me alivia escucharla. Coincidimos en que hay mucha compulsión. Mucha gente te dice todo el tiempo que tenés que hacer, decir y pensar de manera compulsiva.

Trabajo un poco. Escribo, voy a Twitter. Martín O. y Laura S. me dedican “ironías” sobre mis primeros análisis sobre un posible regreso del público a las salas.

En la mañana hice tarea de lengua con Sol. Leímos y analizamos un cuento de Liliana Bodoc. Le conté a Sol que Liliana era mamá de un actor a quien dirigí y la conocí porque algunas veces iba a ver los ensayos. Mucha emoción.

Compartir esta publicación