Hoy cumplo 30 años de mi primera experiencia psicótica, la cual fue tratada con mala-praxis médica y terapias psicológicas extorsivas durante 22 años, hasta que tomé la decisión de darme de alta, dejar de usar drogas psiquiátricas y terapias de salud mental. Un primero de septiembre del año 1994, inexplicable y naturalmente empecé a experimentar estados de alucinaciones y delirios. Estas experiencias provocaron que fuera sometido a la reclusión, la tortura y la manipulación durante 22 años. Se me impidió administrar dinero, trabajar, recrearme e incluso continuar con la dirección de una compañía que fue desarmada por los terapeutas.
Una de los tantos desafíos que superé en este largo proceso fue revertir todos los estigmas, juicios y prejuicios que los terapeutas proyectaron en mí. Recuerdo como insistía un médico en que yo no podía administrar bien el dinero porque las personas que recibían el diagnóstico que él me había dado eran desequilibradas en sus finanzas, propensas al despilfarro y a los excesos en gastos. Este médico asociaba la emoción de la euforia con las decisiones irresponsables de consumo. Hoy doy clases de finanzas y me especializo en la disciplina de las finanzas conductuales.
Treinta años es mucho tiempo y por fin puedo celebrar mis experiencias psicóticas porque estoy vivo, tengo salud y trabajo. Los números terminados en cero, son redondeados justamente porque el cero es redondo. El cero es un ovalo vertical, es cerrado y circular. Mis 30 años son un círculo virtuoso, porque logré salir del circulo vicioso de la búsqueda de diagnósticos y tratamientos en las terapias de salud mental. Sin embargo, si tuviera que elegir una figura que representa la celebración de mi psicosis, no sería el cero ovalado porque es un círculo cerrado. Elegiría la imagen de la espiral, porque es abierta y transmite una sensación de movimiento. La figura de la espiral además suele aparecer como un patrón que se repite asociada a la historia de cómo se representa la locura.
Los tratamientos involuntarios en salud mental, son compulsivos porque se imponen a la persona con el uso de la fuerza, el engaño, la amenaza o el secuestro. Muchas personas no logran sobrevivir a estas prácticas porque el estado de salud se deteriora debido al trastorno de estrés postraumático que provocan este tipo de tratamientos. Cuando uno pasa tantos años en este tipo de tratamientos extorsivos se va armando una burbuja que crea la ilusión de un falso equilibrio y bienestar. A lo largo de distintas lecturas sobre salud mental, que hice en tantos años fui descubriendo que existen muchas zonas en común entre el capitalismo liberal y la salud mental. Hay un vocabulario y una moral compartidas entre el análisis financiero y el análisis psicológico. Eventos inesperados del mercado financiero se han denominado por ejemplo “gran depresión” o “gran confinamiento”, por poner solo dos ejemplos ilustrativos. Las burbujas financieras en la historia del capitalismo no han hecho más que crear histeria, malestar y desgracia social. Los mercados y los terapeutas se equivocan, pero ninguno parecería estar dispuesto a reconocer ni reparar sus errores.
La alienación individual ya no se limita al ámbito laboral, sino que se ha extendido a la vida cotidiana reduciendo significativamente la capacidad de pensar las realidades con las que convivimos desde la consciencia crítica. De ahí se derivan fenómenos sociales como la cultura de la cancelación, los fundamentalismos o la tecnocracia de este siglo.
El estrés postraumático con el que convivo es incómodo y por momentos desagradable. Pero también resulta muy aleccionador porque puedo aprender. Es una fuente de inspiración literaria. Me permite proyectarme hacia un horizonte en un futuro en el cual espero los terapeutas que provocaron el trauma con el que convivo puedan rendir cuentas en la justicia. Por esto les deseo honestamente larga vida y buena salud. Se que es muy difícil comprobar esto que escribo, pero es algo por lo cual vale la pena tener paciencia y hacer un esfuerzo de mantenerse saludable en actividad y movimiento. Si mi estrés postraumático no fuera aleccionador no podría vivir algunos momentos de goce, felicidad y alegría compartidos con algunas personas de mi intimidad.
Hoy no voy a celebrar con una fiesta los 30 años de mi primera experiencia psicótica, sino simplemente pasar el día con mis seres queridos, afectos, voces y visiones de la mejor manera que pueda. Hoy voy a celebrar en silencio los 30 años de racha positiva.